Es difícil de aceptarlo... pero es cierto. Algunos desean opacar esta gran verdad diciendo que en realidad depende de la forma, de la posición e incluso de otras técnicas que remarquen y destaquen los "atributos escondidos"; sin embargo, la verdad es una sola: es necesario destacar y en cuestiones de marca, el tamaño del logo es la base fundamental para el desarrollo de la identidad institucional.

El tamaño no implica únicamente una "dimensión" o "medidas" de uso, sino que dentro de su concepción logren resaltarse los identificadores que propongan y resalten los atributos en una marca. Dentro del proceso de creación se generan los rasgos que remitan como un referente único e indiscutible de lo que compone lo que ahora se llama el ADN de la empresa. Uno de los retos más grandes que se enfrentan a nivel creativo y de diseño es el de crear un distintivo que "connote carácter" esto quiere decir que la referencia debe ser más que una característica de la identidad, debe ser el alma y la genética reunidas en una alquimia semiótica, algo que no se consigue con "simple buen gusto".

La efectividad de un logo se reduce notoriamente cuando cambia de tamaño, es por esto que uno de los retos en la concepción de una imagen gráfica es lograr la versatilidad necesaria para poder utilizar nuestro logotipo de marca en diferentes formatos y medios, ya sea para formatos grandes como podría ser un panel o un banner, como para formatos pequeños: sean digitales como páginas web o imágenes en social media así como en cartas, sobres, folders y merchandising.

Muchas veces, en el afán de transmitir sofisticación y complejidad, se crean identidades gráficas que resultan inutilizables e irreproducibles en otros medios que no sean para los que fueron diseñados. Debemos tener en mente que los logos no siempre estarán en situaciones comunes o típicas y deben estar preparados para funcionar bajo cualquier circunstancia.

Y es que el tamaño SÍ importa y eso es lo que vemos a diario... y si no la ves, es porque no te toman en cuenta.